Un viaje para recordar (Parte II)
Vergüenza tendría que darme no haber continuado esto en su día, pero ya he comentado las razones previamente y no me apetece seguir alimentando al circulito viciosón, que nos conocemos.
En la primera parte, comenté mis vivencias interpretativas, y mis ratos pasados con mi querida anfitriona, mi hermosa Reina de Hielo.
Bien, esta continuación será mucho más corta que el mensaje anterior, puesto que los recuerdos han ido desdibujándose un poco con el paso de los días.
Qué cosas aún quedan en mi memoria?
Mi visita al Jardín Botánico (que, lo siento mucho, pero en mi humilde opinión está algo descuidado, y la sección de la "Huerta", podría ser mucho más vistosa) estuvo bastante bien. Todos los paseos extra que estuvimos dando, de idas y venidas por Madrid... no tienen precio, incluida una de las zonas pijas, que apestaba a Nobleza rancia por todos los costados: mucho glamour y muchos billetes morados habrá por ahí, pero una de dos, o a los servicios de limpieza se les caen los anillos (que puede ser, todo se contagia menos la hermosura), o es que ahí no se cuida tanto la higiene, porque una parte de la calle por la que pasamos (no recuerdo el nombre) olía a excrementos y meadas caninas que echaban para atrás. Y ya se sabe, por mucho que ahora me vista de humano, mis sentidos siguen estango algo más desarrollados que los vuestros, monos escasamente evolucionados, incluído el del olfato.
También recuerdo haber deambulado por la Casa de la Moneda, donde una señora que tenía todo el aspecto de que a su vibrador íntimo se le habían acabado las pilas la noche anterior en plena faena, nos recibió de una manera no muy grata. Gracias a mi acompañante (o por su culpa, más bien), me refrené, en lugar de permitirme una transformación parcial y dejarla a la señora en su sitio, balbuceante, y sus sesos reducidos a gelatina, y con una reclamación en el libro de visitas. De todas maneras, la visita fue bastante grata, y pude ver parte de la Historia de vuestra raza inferior plasmada en los metales, papeles, y objetos varios, con los que habéis comerciado durante estos dos o tres escasos milenios.
La visita a la cripta de la catedral de la Almudena también fue interesante, a pesar de encontrarme también con otro personaje, esta vez en forma de guarda antipático (al que le hubiese arrancado los intestinos gustosamente, de no ser por encontrarme en recinto sagrado) que echaba casi a patadas a los visitantes por ser de nuevo hora de misa (¿los curas no descansan entre una y otra?). Unido a ello, visité el Jardín Real del Campo del Moro, mucho más cuidado que el botánico, y más esplendoroso (con patos incluidos). Interesante de ver, y de pasar ahí ratos largos (lástima de falta de tiempo).
Y queda la Joya de la Corona: La exposición de "Bodies". Anatomía con cadáveres humanos reales plastificados. Muy interesante e instructivo. No entraré en pormenores para no revolver estómagos excesivamente sensibles, pero sí señalaré que, a la vista de una pierna de la exposición, intenté no comer mucho jamón serrano en unas semanas.
Obviamente, no todo fueron visitas y paseos. También hubo muchas charlas, abrazos, y trato con humanos. Cosas que echo de menos cuando estoy aquí. Pero así es la vida. Aún no puedo tener todo. Tiempo al tiempo.
Y eso fue mi visita a la capital, a grandes rasgos. Unos cuantos recuerdos, bastantes buenos momentos, y unos pocos humanos a los que me gustaría ver mucho más a menudo.
En la primera parte, comenté mis vivencias interpretativas, y mis ratos pasados con mi querida anfitriona, mi hermosa Reina de Hielo.
Bien, esta continuación será mucho más corta que el mensaje anterior, puesto que los recuerdos han ido desdibujándose un poco con el paso de los días.
Qué cosas aún quedan en mi memoria?
Mi visita al Jardín Botánico (que, lo siento mucho, pero en mi humilde opinión está algo descuidado, y la sección de la "Huerta", podría ser mucho más vistosa) estuvo bastante bien. Todos los paseos extra que estuvimos dando, de idas y venidas por Madrid... no tienen precio, incluida una de las zonas pijas, que apestaba a Nobleza rancia por todos los costados: mucho glamour y muchos billetes morados habrá por ahí, pero una de dos, o a los servicios de limpieza se les caen los anillos (que puede ser, todo se contagia menos la hermosura), o es que ahí no se cuida tanto la higiene, porque una parte de la calle por la que pasamos (no recuerdo el nombre) olía a excrementos y meadas caninas que echaban para atrás. Y ya se sabe, por mucho que ahora me vista de humano, mis sentidos siguen estango algo más desarrollados que los vuestros, monos escasamente evolucionados, incluído el del olfato.
También recuerdo haber deambulado por la Casa de la Moneda, donde una señora que tenía todo el aspecto de que a su vibrador íntimo se le habían acabado las pilas la noche anterior en plena faena, nos recibió de una manera no muy grata. Gracias a mi acompañante (o por su culpa, más bien), me refrené, en lugar de permitirme una transformación parcial y dejarla a la señora en su sitio, balbuceante, y sus sesos reducidos a gelatina, y con una reclamación en el libro de visitas. De todas maneras, la visita fue bastante grata, y pude ver parte de la Historia de vuestra raza inferior plasmada en los metales, papeles, y objetos varios, con los que habéis comerciado durante estos dos o tres escasos milenios.
La visita a la cripta de la catedral de la Almudena también fue interesante, a pesar de encontrarme también con otro personaje, esta vez en forma de guarda antipático (al que le hubiese arrancado los intestinos gustosamente, de no ser por encontrarme en recinto sagrado) que echaba casi a patadas a los visitantes por ser de nuevo hora de misa (¿los curas no descansan entre una y otra?). Unido a ello, visité el Jardín Real del Campo del Moro, mucho más cuidado que el botánico, y más esplendoroso (con patos incluidos). Interesante de ver, y de pasar ahí ratos largos (lástima de falta de tiempo).
Y queda la Joya de la Corona: La exposición de "Bodies". Anatomía con cadáveres humanos reales plastificados. Muy interesante e instructivo. No entraré en pormenores para no revolver estómagos excesivamente sensibles, pero sí señalaré que, a la vista de una pierna de la exposición, intenté no comer mucho jamón serrano en unas semanas.
Obviamente, no todo fueron visitas y paseos. También hubo muchas charlas, abrazos, y trato con humanos. Cosas que echo de menos cuando estoy aquí. Pero así es la vida. Aún no puedo tener todo. Tiempo al tiempo.
Y eso fue mi visita a la capital, a grandes rasgos. Unos cuantos recuerdos, bastantes buenos momentos, y unos pocos humanos a los que me gustaría ver mucho más a menudo.
1 comentario:
por aqui pamien se te echa mucho de menos! a ver si uno de estos días te devuelvo la visita y tenemos más tiempo para hablar sin tanta gente
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