Lo siento, queridas criaturas inferiores que en ocasiones paseais por este páramo agreste y abandonado por su amo y señor, pero hoy no hay entrada sobre la continuación de mis vacaciones.
En su lugar voy a hablar de algo más reciente, y el tema de mi periodo vacacional se postergará para otras posibles futuras entradas, y así mencionar algo que tiene relación con las vacaciones. El fin de las mismas, la depresión post-parto (o el síndrome post-vacacional, que para el caso... patata), y el comienzo de mis días lectivos, la vuelta a clase, al cole, la prisión, el trullo, de jeil, la unitenciaría, a fin de cuentas.
Heme yo aquí, un día tal como hoy, de hecho... ha sido hoy, cuando he vuelto a preparar mis libros, mis folios en blanco, mi estuche, y mi jerseycito por si a la vuelta hacía frío, y lo he empacado como buenamente he podido en la mochila, y hacia la capital que me he ido tan alegre, pobre de mí, sin saber la que me esperaba.
He llegado a la capital, con tiempo de sobra para ir a mi clase de alemán (sí, voy a aprender más lenguas además del inglis, el orko, y el godo, y por favor, nada de chistes malos sobre el francés, que nos conocemos), y he pasado por el corte inglés para comprar un par de cuadernos.
Primer problema... Todos los cuadernos son del estilo "europeo", hablando vulgarmente, de esos con hojas que se arrancan, y con agujeros para posteriormente añadir a un archivador. Como diría cierta señorita... puaj, asco. Quiero cuadernos de verdad, coñe, no unos con una cuadrícula extra grande, y que a la mínima todas las primeras hojas se vayan soltando poco a poco. Así que nada, buscamos la opción b: Cuadernos normales de cuadrícula normal, pero con tapas blandas. Amos a ver, ¿no hay cuadernos normales con tapa dura? Que los de tapa blanda no aguantan ni dos golpes, aunque eso sí, son mucho más baratos. Pues nada, al final, entre una cosa y otra, sólo he encontrado UNO de verdad, y al ir a comprarlo... pues a esperar un rato que la señorita de la caja no se enteraba bien del trasto que tenía delante, hasta el punto de pensar que estaba asistiendo al duelo entre un objeto inanimado y un ser orgánico de encefalograma plano. Hastiado, he devuelto el cuaderno a su sitio, y he ido a clase, que su hora era.
Hasta aquí todo bien, ¿no? Pues no, señores, no. Segundo problema... las clases de Alemán empiezan el día... ¡4! Vamos, que por ahora voy sembrado. Pues nada, he disfrazado mi cara de lelo al enterarme, he recuperado mi compostura y mi dignidad... y me he ido a otra librería a comprar cuadernos, y sí, ahora sí, he conseguido los que quería. Un aplauso para el memonio.
Y por último, que ya casi había perdido una hora... pues he ido a la unitenciaría. ¿Por qué no? A la primera clase que he ido generalmente no podré asistir, por cosas del deutsch éste, pero hoy... no venía mal, así que ya he aguantado como un campeón las primeras horas de asignaturas que se pueden resumir en un... "Anda, esto ya lo he vivido, será un deja vu de esos chungos".
Eso ha sido mi primer día de clase.
A ver si otro día sigo con mis vacaciones y desordenando los mensajes, que mola eso de marear al público.
Para el siguiente mensaje, estrenaré etiqueta nueva: Hic sunt monstres, que usaré para mis viajes y mis aventuras y desventuras por tierras ignotas y desconocidas. Aunque realmente, y pensándolo de manera bien fría... también valdría para poner las cosas relacionadas con la unitenciaría, ¿no? Ahí también pululan monstruos y criaturas que hacen temblar al más valiente...
Bueno, criaturitas. Os abandono hasta la próxima entrada.