Arde, bruja, arde!!!!
Al fin fue juzgada por sus crímenes cometidos, y ardió en la hoguera, como le correspondía, mientras la gente, aún presa de su hechizo, seguía riendo a su alrededor. Qué irónico. Sufriendo agónicamente mientras la gente aún le rendía pleitesía y a la vez disfrutaba del espectáculo.
Pero al fin se fue, ha muerto en las llamas, y las aguas vuelven a su cauce.
Por su maldito embrujo, nuestra hermosa villa ha quedado relegada durante unos días a un bullicio de desenfreno y fiesta, donde ríos y ríos de alcohol corrían por los gaznates de las pobres mentes que habían caído su influjo, y ríos de orines y suciedad se iban acumulando por las calles.
Todo ha terminado. El populacho aún tardará en recobrarse un poco de tanta algarabía, pero lo acabará haciendo, antes o después, y todo volverá a ser como antes.
La bruja ha muerto, y su abyecto plan de dominación de la plebe ha fracasado, otro año más. Sí, otro año más, puesto que el año que viene volverá a alzarse de entre los muertos, escapando del infierno con la ayuda de sus maléficos poderes, y sus ayudantes, o a través de un nuevo pacto con el diablo, para sumir de nuevo la región en el caos.
Da igual que nos preparemos. Nosotros, pobres seres con pusilánime voluntad, volveremos a caer presa de su hechizo, y volveremos a honrarla cual ídolo pagano, deseosos de satisfacer todos nuestros bajos deseos, en otra vorágine de proporciones inimaginables, cantando al son de Mari Jaia, la pérfida concubina de Satán.
Pero hasta entonces... púdrete en los abismos, bruja. Has muerto, y ahora, libres de tu yugo opresor, somos nosotros quienes volvemos a dirigir nuestros destinos.
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Se acabaron las fiestas. El año que viene más y mejor.